En la Republica de Huergo… hay Hormigas y…
Enero en Máximo Paz, la monotonía es la REINA absoluta y soberana, en este pequeño
villorrio que
habito desde que nací. Nuestro tiempo discurre entre lluvias
benditas, proyecciones de una gran campaña de soja para este 2015 -se habla de
55.000.000 toneladas-, y la modorra veraniega de la post siesta. Matizamos la calma con la espera del sábado, en
que nos llega Clarín Rural. Y allí descolla la versátil
pluma de nuestro hidalgo amigo: Ingeniero Don Héctor Huergo, defensor a
ultranza, sincero y completo, de ese clúster de malas causas, denominado
monocultivo de soja inducido, más concentración de tierras y rentas, y con sus articulaciones conexas; y demás hierbas
malas resistentes al glifosato del sentido común, que anden por allí… Nos divierte, por lo desopilante e irracional, nos sacude de la
monotonía su monomanía sojera. Portador de propuestas e ideas hilarantes, que lo hacen
más parecido a un Bepo Grillo doméstico de la economía agraria, que a un analista
serio. Lo de la republica de la soja puede ser una algazara, para los defensores
del modelo, pero suena a una provocación innecesaria en el debate agrario
actual.
Sojización, migraciones, deforestación, concentración de tierras y rentas. La reconversión sojera de la oligarquía paraguaya, la termina pagando Argentina |
Para nada nos sorprende, su artículo sabatino, con las vivas a la Republica de la Soja. Lo que sorprende es la desmesura, el disparate. Eso sorprende. Un elogio -sin debe, ni dudas, ni peros-, a favor del monocultivo depredador en la región. Propaganda pura. Objetividad cero. A partir de una carta del lector Carlos Chiavarini, (rosarino y leproso, por NOB) no confundir con Alberto Chiavarino (paceño, asesor de Emilio Pérsico, Ingeniero agrónomo y canayón, por RC) de lo que le sucedió en nochebuena en Katueté (Paraguay), con desafío incluido por lo recóndito del lugar, a que adivine donde queda. Allí se encuentra con dos rosarinos más (canallas), que estaban también asesorando y dando servicios a los sojeros depredadores paraguayos. Chiavarini, tal vez motivado, por los efluvios del champagne (perdón si estaba sobrio, eso sería más grave) levanta la copa orgulloso y decide escribirle una carta a Huergo “por la república de la soja”. Huergo ya en el éxtasis por semejante correspondencia y compromiso sojero-republicano, dice como si estaría leyendo Las Bases de Alberdi de la nueva república….”queda poco por agregar a los conceptos de Chiavarini”…. Sólo que dios nos libre y nos guarde, esto lo digo yo. (Clarín Rural sábado 3 de enero 2015, temas de la semana, por Héctor Huergo, La república de la soja).
Ahora lo que estos republicanos sojeros nunca dicen, ni mencionan, son
los tremendos y apabullantes costos ocultos; que debe soportar toda la sociedad
argentina para que una ultra-minoría codiciosa, autoreferencial y con aires de
que se los considere próceres, la embolsen con la pala. Costos, que no son tan
difíciles de detectar, ni de analizar, y que debe pagar el conjunto de la sociedad:
costos ambientales, económicos, sociales, humanos, etc. Sería larguísimo el
etc. Pero el tema paraguayo es particularmente sensible y poco analizado en Argentina,
en particular, cómo el conjunto de nuestro país se está haciendo cargo de la
fiesta deforestadora del vecino país, y de la consiguiente reconversión sojera de
la oligarquía paraguaya y su creciente transnacionalización. Impuesta a sangre
y fuego, con golpe de estado incluido a Fernando
Lugo. Nos toca absorber acá, vía migraciones, el desastre que produce allá el
monocultivo. Nos estamos haciendo cargo de los costos ambientales, médicos, de
viviendas, sociales, laborales, etc., de la depredación de la oligárquica paraguaya,
y eso no es solidaridad latinoamericana entre los pueblos, eso es una gilada
mayúscula. Esa es la base constitutiva de la republiqueta sojera paraguaya, y
del crecimiento sin distribución de los Horacio Cartes y Cía., que los Huergo y
asociados nunca dicen, ni ven, ni computan. Las huellas agraria de las villa
miseria argentinas son por demás de elocuentes y visibles. Escenarios trágicos de
la vida cotidiana que azota ciudades como Rosario o el conurbano bonaerense.
Desigualdad, violencia urbana, inseguridad, narcotráfico, la concentración de
tierras y rentas por el modelo sojero es la base fundacional del drama social
rosarino… hay que ser muy ciego, o tremendamente avaro y codicioso, para no ver
esto. Primero los echan de sus tierras, montes o chacras, después los hacen
migrar a Argentina y los hacinan en las periferias, luego algunos, los más caritativos
les tiran un mendrugo, para lavar culpas o dejarlos en el nuevo guetto
urbano-marginal tranquilos, y cuando sufren algún episodio de inseguridad aparece el “negros de mierda hay que matarlos
a todos”. La verdad, es de un cinismo difícil digerir. Un drama socio-cultural
del que nos va llevar décadas salir. Y estos “genios” de la agricultura buitre,
nunca computan, ni ven, ni analizan, sólo
gritan como marranos cuando tienen que pagar impuestos. Ni hablar si a esta hecatombe social, le
sumamos el cambio climático, las inundaciones, producto de las deforestaciones
masivas o la devastación de la flora y fauna local, las fumigaciones indiscriminadas,
y/o la consiguiente y nunca bien ponderada, amenaza a la soberanía y seguridad
alimentaria de la Nación… Y Huergo dice que: “HAY POCO QUE AGREGAR”, a la
propuesta de la republiqueta sojera. Miren
si hay para agregar… cuanta tragedia humana hay que computar y poner en las
costas de este modelo de desarrollo agrario como para pretender no agregar nada más, y que la
sociedad argentina lo compre a libro cerrado ¡Hay! ¡Hay, Huergo! Cuonta
responsabilidad tienen este tipo de ideas que ustedes predican, en la desdicha
argentina… un poco de silencio no vendría mal, sería muy recomendable. Quizás
eso facilite, el comenzar a discutir otro modelo de desarrollo agrario. Yo
brindo por eso, por ese viejo y eficiente campo argentino, que necesitaba
reformas y modernización -pero no éstas-, por la chacra mixta, por la soja como
cultivo, no como monocultivo, por la distribución de rentas y tierras, por la desconcentración
y desmonopolización, que generara trabajo y ocupación a millones de argentinos,
y no felicidad y prosperidad sólo a algún puñado de miles, como el monocultivo de soja.
Chiavarini, al final, con aire doctoral y de prócer se pregunta “¿le
interesará esto a nuestros grandes dirigentes? Espero que no, pienso yo. El Ingeniero
Huergo se rinde a sus pies y agrega: “queda poco por decir” y remata con un final
de antología textual ¡SÍ, viva la república de la soja!”. Huergo presidente, Chiavarini vice… Esto lo
digo yo, por cómo viene la cosa, ¿vio?… El CEO de Monsanto, ministro de Salud;
el de Cargill, de Bienestar Social; el Juez Griessa, Presidente de la Corte
Suprema de Justicia sojera… Pero ante tanto desborde de republicanismo sojero
expreso, (hay otros menos explícitos y más hipócritas), voy cerrar este modesto
opúsculo con una reflexión de otro rosarino, que parece hecha “pa” la ocasión,
talentoso, de buen gusto musical y futbolero, canayón, aunque debuto como
técnico en el glorioso NOB, me refiero al flaco Cesar Luis Menotti, que dice: “Los boludos son como las hormigas,
están en todos los lugares del mundo”… En la republica de la soja sólo resta
saber , ¿ hay hormigas? En Kateuté… seguro hay de todo.
Salud y Cosechas
Pedro Peretti