La Ciencia como parte de la lucha gremial
¿Debería ser ajeno
al interés gremial de la FAA, la marcha y los anuncios sobre el desarrollo
científico técnico del país? ¿Es parte de su metie cotidiano o una organización
como la nuestra debería despreocuparse de estos temas y sólo preocuparse de la
coyuntura? ¿Debe una organización agraria involucrarse en la política
científica del país? ¿Cuál es la relación económica, que tiene el desarrollo
científico del país, con las pymes agrarias y con la agricultura? ¿Cuál es el
rol que juega la ciencia en relación a los pequeños y medianos productores, y a
la apropiación de la renta agraria?... Estas elucubraciones me acompañan desde
hace mucho tiempo, pero se agolpan como un torbellino, cuando escucho los
anuncios presidenciales sobre el tema.
El miércoles 13 de marzo
del 2013 el Diario Clarín -en su sección Sociedad, pagina 32-, informa que
pasamos del 0.65% del presupuesto nacional al 1.65% en inversión en ciencia y
técnica, con relación al Producto Bruto Interno y que, gracias a esta
trascedente decisión, el país duplicará la cantidad de científicos en los próximos 7 años. Argentina tiene hoy
2.9 investigadores, tecnólogos y becarios por cada mil habitantes, con el nuevo
plan se espera aumentar la cantidad a 3.6 cada mil habitantes y para el 2020
llegar a 4.6. Estas cifras -hoy las más altas de Latinoamérica-son consecuencia
de una sabia decisión que será obligación de todos sostener en el tiempo, esperando
que en el país no aparezca nunca más un neoliberal, tipo Cavallo reciclado y
vuelva a mandar a los científicos a lavar los platos (¿se acuerdan?). A la vez,
es importante agregar, para los que critican al Estado, que la inversión
privada en ciencia es apenas el 26% del 100% total que se invierte –hoy- en el
país; a ese 26% sería interesante desagregarlo y bucear en lo que hay allí adentro;
estoy seguro que nos llevaríamos más de una sorpresa. Pero el otro dato interesante
es dónde va estar el interés científico estatal, según el mismo anuncio: va
haber una focalización sobre 34 núcleos socio-productivos –seis, estratégicos
para el sector-: Agroindustria, Medio Ambiente, Desarrollo sustentable,
Energías, Salud, e Industrias. Como vemos son todos temas que directa o indirectamente
impactan, y mucho, sobre los productores y sus familias, y tienen que ver con
el modelo de desarrollo agrario que va a pergeñar la Argentina en su futuro
inmediato. Nada de esto puede y debe ser ajeno al interés de una organización
gremial que se precie de ser seria y defender con inteligencia, presencia y
compromiso, al segmento más chico y vulnerable, como son los chacareros. Claro,
y esto es según mi opinión, siempre y cuando, sigamos defendiendo el sujeto
agrario tradicional de FAA y convengamos, que no es un tema que nos dé mucha presencia
mediática… y eso, sí… puede ser un “problema”; porque para tener prensa, sin
dudas, es mejor sacarse una foto con la Mesa de Enlace, que pelear por democratizar el acceso a los resultados de la
ciencia y la técnica, para los agricultores familiares. Esto representa una
decisión, un camino, que no parece ser el rumbo actual…. de la entidad.
Debate Central
Es este un debate
central para la agricultura familiar chacarera, para la chacra mixta, para los pueblos
del interior y para toda la burguesía nacional, que forma parte del núcleo productivo rural de la Argentina
profunda. Es el estar “adentro o afuera” de este proceso, lo que determina si
seguirán siendo productores activos o no; que tiene en la ciencia , en la
técnica y en la posibilidad de acceso a sus logros, los vértices centrales que dirán
si la producción agraria es con nosotros
o sin nosotros; de qué forma accedemos -en las mejores condiciones posibles- a
los conocimientos científicos que produce la investigación estatal; es más
clave que “cinco años de buenas cosechas”, para que siga existiendo una
agricultura de rostro humano. Que por otra parte, hasta ahora la historia nos
indica, que nosotros llegamos tarde a
esa “fiesta” que casi siempre termina siendo un banquete servido en la mesa de
los monopolios. Eso implica que nos saquen ventajas que se transforman en
indescontables, a la hora de ponerle número al negocio. La apropiación del
conocimiento científico por parte de los sectores concentrados nacionales o
extranjeros (da lo mismo) jugó un rol central en la alta productividad
agrícola, lo que le permitió capturar un mayor porcentaje de la renta y del
trabajo agrario (los súper rindes, que generó el conocimiento no fueron, tampoco, al bolsillo de los trabajadores) que determinó
el aumento desmesurado de los
arrendamientos, la sojización y el desplazamiento de los productores
tradicionales. Fue la ciencia el factor clave en la configuración de la nueva
agricultura de elite, altamente concentrada, sin productores, en un proceso que
debería merecer una mayor atención por parte de las organizaciones agrarias e incorporar
en forma permanente al debate gremial; el desarrollo científico y su acceso por
parte de los productores, pequeños y medianos, deberían ser factor constante y central de la acción institucional, y no lo son. Estas
tribulaciones, además de ser centrales para el destino de miles de familias que
habitan nuestro país, son las que ponen en “otro lugar”, con otra consideración
ante la opinión pública, a las organizaciones gremiales agrarias y a sus
dirigentes, las saca de ese estado conspirativo sectorial permanente, que sólo
piensa en sí mismo y que se despreocupa del destino general, todo visto desde
una perspectiva cortoplacista, sin sustento ideológico y más cercano al concepto de una “banda” que
pide cualquier cosa, que al de una organización seria, racional que, con base
científica y técnica, se sienta a discutir el interés de sus afiliados y
explica con fundamento a la sociedad, lo que pretende. Desde este lugar será
mucho más factible pelear, con éxito, por la rentabilidad de los productores,
el arraigo, la concentración, etc. Es nuestra obligación gremial, reclamar por
la decisión política que nos permita acceder a los beneficios de los
conocimientos científicos y técnicos, decisión que es, sin duda, la llave de la
primera puerta para nuestro bienestar. Debemos reclamar al Estado, la democratización
y socialización del conocimiento, que se financian con los aportes de todos los
ciudadanos, eso es hacer gremialismo en serio a favor de una agricultura con
agricultores…. A no ser que pensemos, que aceptar los avances científicos y técnicos
que provienen del sector público, son una forma de dadiva, que nos convierte al
oficialismo…la FAA de hoy da para eso y mucho más.
Salud y cosechas
Pedro Peretti