HELLER
El sábado escuchaba a Carlos Héller
en el programa radial, del que es habitual columnista y
mientras lo
oía, no podía dejar de reflexionar. No sobre lo que decía, que por
cierto estaba muy de acuerdo, ni por cómo lo decía, ni de dónde lo
decía, sino sobre como un hombre como él; con las posibilidades de
defender “otros intereses” y “otras cosas”, defendía “estos
intereses” y “estas cosas”, vinculados con las causas
populares. Siempre ejerció en mí, a veces en forma subrepticia, a
veces explícita, tanto en la historia como en la vida cotidiana, una
mezcla de fascinación, respeto y atención especial a lo que dicen o
hacen- hombres o mujeres- que pudiendo y teniéndolo todo, para
ganar, defendiendo causas e intereses de los poderosos, defienden
las causas nobles, con mala o poca prensa, de los sectores
populares. Sea porque provienen de una clase acomodada y eligen
defender posiciones de los más débiles, contrarias a sus intereses
de clase, como por destacarse en actividades muy lucrativas que lo
hacen codiciados por las grandes empresas, y ellos siguen en el
camino de origen, donde comenzó su existencia, como es el caso de
Carlos Héller.
Carlos Heller, cooperativista y diputado nacional. |
Siempre, este tipo de personas,
merecieron mi honesta admiración, que no debe confundirse con un
cheque en blanco, aún cuando no comulgue total o parcialmente, con
lo que ellos dicen o hacen. Son los hombre-salmón, nadan corriente
arriba de las ideas dominantes de la etapa, con la sola brújula de
sus propias convicciones, contra viento y marea, casi siempre a costa
o relegando sus propios intereses. Sus posiciones, se pueden
compartir o no, pueden acertar o equivocarse, pero siempre están al
lado de los sectores populares, desde el lugar menos propicio, para
su carrera profesional, como es el de estar enfrente de los
intereses económicos concentrados. Qué hace que la cabeza de este
tipo de personalidades pueda optar por el lado más débil, más
inconvenientes en términos personales, de figuración, ponderación
y desarrollo económico individual, pudiendo estar o pasarse del
“otro lado” del mostrador. Héller podría ser un niño mimado
del mundo de las finanzas internacionales. Pensemos: de cajero, fundó
un banco exitoso, el único banco cooperativo que quedó en pie
después del vendaval de los '90, lo sostuvo e hizo crecer; lidera
un movimiento cooperativo de importancia superlativa. Imaginemos por
un instante, lo inmensamente más rentable que le hubiera sido, en
términos personales, poner toda esa energía y capacidad individual,
al servicio de una multinacional o un organismo financiero
internacional. Podría ser CEO de cualquier mega empresa o presidir
cualquier organismo financiero multinacional, y cuando digo
cualquiera..., digo cualquiera; el que se les ocurra. Y eligió estar
acá, de “este lado”, defendiendo intereses populares, debatiendo
contra nabos que nunca pagaron un jornal o vendieron un clavo,
quienes en su mayoría hundieron al país, y todavía dan consejos
por TV...Tener un tipo así, de esa madera, batallando por las
posiciones económicas progresistas, las de verdad, las que parten
agua, porque atacan interese económicos- políticos en profundidad
-no los que posan de progresistas y después gobiernan para los
grupos-, le agrega un valor político y de credibilidad adicional muy
alto y como argentino, me llena de orgullo.
Ahora
entiéndase bien, no estoy diciendo que todo lo que dice o hace
Héller está bien, ni acierta siempre, ni que no se equivoca, ni que
no hayamos confrontado por posiciones políticas, de hecho lo hemos
hecho, en más de una oportunidad y con dureza, como durante las 125,
y seguramente seguiremos debatiendo, discrepando o coincidiendo. Eso
lo dirá el devenir histórico. Estoy ponderando la actitud, la
predisposición, el acto en sí mismo, de buscar lo popular para
defender y no la comodidad de las ideas dominantes, teniendo
alternativas, porque hay quienes no tienen posibilidad de elegir de
qué lado de la trinchera estar… Héller, sí. Y eligió este lado,
el de los más pobres y débiles, el menos cómodo en términos de
conveniencia. Que un tipo como él ábrace la causa del mercado
interno, la distribución de la riqueza, la regulación económica,
la sustitución de importaciones, las estatización de las AFJP, de
Aerolíneas, de YPF, los juicios a los genocidas, que defienda a Cuba
y Venezuela, que proponga una ley de entidades financieras, que dice
que el sistema financiero, debe ser un servicio público... ¿Se
toma dimensión real de lo que significa esa propuesta, hecha por él,
que es presidente de un banco? Me imagino la cara de…, que deben
poner los otros banqueros, que quieren seguir deglutiéndose la
república como siempre. Todo eso y muchas cosas más que podríamos
sumar, es un hecho político extraordinario, en sí mismo. Creo y
esto es muy subjetivo, que el K no valoró correctamente, no
dimensionó o justiprecio, en su exacta medida, contar con un aliado
y vocero de los quilates de Héller. Héller es, además, de una
Rara Avis, en el mundo de las finanzas y los
negocios, un verdadero orgullo, para todos, que le agrega mucho a la
causa del progresismo-tanto K como no K- a todos les sirve que una
personalidad del mundo financiero, juegue de este lado, como juega
él, como ya lo dijimos…. Le otorga y aporta, un plus no menor,
dando cuotas adicionales de seguridad, viabilidad y seriedad, a las
posiciones de los sectores populares, que son de gran utilidad
práctica para todos los que enfrentamos el neoliberalismo.
Carlos Heller, un aporte invalorable al debate de ideas. |
El banquero rojo, lo llamaba un
amigo, ya desaparecido, de la interna federada, tan de buena madera,
y de transgresiones parecidas a las de Héller; aunque discrepaba,
en lo político. Pero él no es un banquero, es un cooperativista,
que hizo cooperativismo: fundar una cooperativa que preste un
servicio financiero, es una cuestión muy distinta, radicalmente
distinta, a fundar un banco en beneficio propio. Héller es un
cooperativista al servicio de su pueblo y ojalá haya muchos como él.
Su contracara son los poligrillos que ni bien pelechan un poco o
sacan la cabeza del agua, por un minuto de TV, entregan hasta lo que
no tienen, con tal de contar con los favores económicos, mediáticos
o de ponderación, de los grupos dominantes, que por una tan modesta
como módica, sobadura de lomo y segundos de “vidrio”, los tienen
a perpetuidad, de sirvientes fieles de intereses contrarios, para y
por, los que fueron electos, nominados o les pagan los sueldos o
estudios. Y mientras sean funciónales, les hacen creer, hasta que
son lindos, buenos e inteligentes. Pobres tipos, que cuando no les
sirven más, los desechan y terminan en los basureros de la
historia, despreciados por todos.
En la historia hay mucho ejemplos de
este tenor, interesantes, algunos muy recordados y tenidos en
cuentas, otros poco; como el de Lisandro de la Torre, defendiendo
la chacra mixta y la reforma agraria, siendo un terrateniente, ex
presidente de la Sociedad Rural de Rosario, o el hoy casi olvidado
Guillermo Estévez Boero, otro ejemplo de un hombre de sólida
fortuna familiar, que abrazó la causa del socialismo... Por citar
algunos, sólo algunos, poco “famosos”. Pero, reitero, no se
trata de coincidir, ni los comparo entre ellos, ni son los únicos.
Podríamos sumarle una larga lista de hombres y mujeres probos que
cruzaron, la vereda o la raya de sus intereses de clase, para abrazar
la causa del pueblo. Estos son ejemplos muy sólidos, poco recordados
y motivadores, de que otra sociedad es posible, y de los cuales uno
puede sentirse orgulloso, aún a la distancia o en la discrepancia,
si es que las hay. Por suerte, las causas populares, tienen quienes
bien las defiendan y prestigien. Héller, es un ejemplo hasta para
sus adversarios, que puesto en el contexto de época se agranda aún
más. Y creo que estas muestras de coraje cívico, de soportar todo,
incluído el voluminoso andamiaje mediático dominante en contra,
son un espejo donde reflejarse, que ayuda y mucho a sostener y
ampliar, en la base, la convicción, de que se puede hacer economía,
en beneficio del pueblo y que el camino ortodoxo de los grupos
económicos concentrados, no es único y menos aún…. inexorable.