miércoles, 11 de septiembre de 2013

Chacra mixta y sociedad


  Una nación no se construye poniendo, sacando o desplazando gente de arriba de su territorio, de cualquier lugar y forma, sin plan, ni rumbo, todo librado al capricho -siempre desmesurado- del insaciable liberalismo de mercado. Una Nación es territorio más sociedad, y sociedad no es la suma individual de personas, una más otra y otra, y  el total da “una sociedad”. ¡NO! Una sociedad es, aparte de sumar personas, el conjunto de: personas más territorio, historia en común, modos de producción y relaciones de poder. Todo, con y en conflicto, no hay sociedad sin disputa, puede y debe, haber consensos parciales, ya sean temporales o permanentes, de dos o más clase o sectores sociales, de intereses concomitantes, y  sobre la base de esos  intereses comunes, respetados por el conjunto  o impuestos al conjunto; ya sea por el peso del poder económico, o del número que otorga  el  voto, que no siempre  significa poder, aunque signifique gobierno. Pero semejante proceso siempre parte del conflicto, la armonía social sin conflicto es un cuento rosa, recitado por las clases dominantes para estabilizar las relaciones de producción, en un punto dominante que garantice -esencialmente-  sus tasas  de ganancias, con paz social. La armonía, el no conflicto, el consenso, todo cuento, una  falacia que  traducida al lenguaje callejero, vendría a ser  algo así como dejarte meter siempre la mano en  el bolsillo, en beneficio de los mismos y por los mismo, sin quejarte, ni luchar. ¿O acaso cuando el ex subsecretario de economía agraria de Cavallo, Jorge Ingaramo, dijo que en la Argentina debían desaparecer 200.000 chacras mixtas, para restructurar el agro argentino, al servicio de los grupos concentrados, lo pensó y lo diseño sobre la base del consenso y el dialogo, o porque tenía razonabilidad, lo impuso a “sangre y fuego”, lo comunicó, lo informó y lo ejecutó, gracias al poder que le daba, la  confluencia de los factores económicos dominantes,  con los  votos como fue la nefasta etapa de la convertibilidad menemista?
 Así sí,… si dejas que te saquen  guita y poder, si sos un auténtico gil al servicio de los grupos dominantes, hay armonía. Los neoliberales llaman a eso consenso social. A que puedan saquearte con el beneplácito del saqueado. Ahí sí,  tendrás  espacio en los medios de comunicación, te colmaran de loas, que buen chacarero, te verán lindo, dirán que  simpático es el gringuito y hasta podrás ser candidato de algún partido que “entienda al campo”... Ah, ah, atención, y no menor;  ni que se te ocurra dividir la Mesa de Enlace o plantear una política autónoma de defensa de los chacareros, o segmentar la retenciones, nada de eso, ni por asomo, aunque lo pienses. Entonces sí, una vez  pasada esa prueba de cipayismo  extremo, mereces una breve caricia, del poder económico y mediático, pero y donde-además- siempre,  rendirás examen, programa tras programa, diciendo lo que quieren escuchar, en contra de los intereses que representas. Si no, dejarás de ser invitado, y se te cerrará el mágico mundo de la TV, que se leva ser, son las reglas del sistema, así de dura es la vida del cipayo rural. Si no, sos un conflictivo, intolerante, agresivo, zurdo, maloliente, que te vendiste al K y  que no entendés que tenés que tirar para el mismo lado y el mismo carro del que te está desplazando productivamente. Debes ser un buen amigo de tu saqueador, y mal representar a los que te eligieron, porque si no, le hacés el juego al gobierno, y no sé cuántas anatemas más. Lo triste es que han sido muy eficaces, y lograron construir  una estrategia exitosa: reclutaron dirigentes, periodistas  y pequeños productores funcionales, que les  sirven como tropa de choque de los mismos intereses que después les sacan los campos. Consiguieron confundir tanto y direccionar el discurso en su favor, que  se confunde  el consenso con sectores afines, con la no adecuada defensa de los propios intereses que representamos, en este caso los de la pequeña y mediana burguesía rural chacarera. Estrategia, por otro lado, que no es nueva de parte del neoliberalismo. Hace tiempo que machaca con los mismos infantiles latiguillos, cuentos fantásticos, que los voceros mediáticos elevaron a la categoría de verdad revelada, con los  que han  logrado aflojar las defensas ideológicas de importantes sectores de nuestra burguesía media rural y urbana. Y así  fue como fuimos concediendo sin cesar, año tras año,  con esporádica lucha y poco espíritu de conjunto, terminamos con 200.000 explotaciones menos. Desde la democracia para acá -sin que la sociedad lo percatara, casi en sigilo-, se cambió el sujeto agrario chacarero por el mega productor concentrado al servicio del modelo de monocultivo inducido con concentración de tierras y rentas, en formas casi subrepticia, sin debate, ni plan, en silencio; con las secuelas de migraciones internas, relocalizaciones, vaciamiento del interior y posiciones monopólicas  en la producción de alimentos básicos, que nos perjudican a todos, pero especialmente a los sectores populares.
 La sociedad es un  globo imaginario que contiene el todo, y es donde se dan y desarrollan alianzas y conflicto, cuyo primer debate es por lo que se produce, cómo y quiénes se lo apropian y se reparten entre las distintas clases sociales .Las relaciones de los hombres entre sí, de éstos con la naturaleza, apartes de complejas, multiformes,  siempre son de disputas y poder, quien no defiende lo suyo, lo deja librado a que se lo lleve el otro, estos es inexorable: sector o clase,  que no logra reunir fuerza y apoyo social, ya sea por  cuenta  propia, por alianza con otros sectores afines o complementarios o por sentido común productivo -valorado por el conjunto como necesario para la supervivencia de todos-, pierde peso e influencia en la sociedad; que por acción u omisión la va desplazando y generando su reemplazo, social, económico y productivo . Esa pérdida de influencia conduce inexorablemente  a disminuir la participación en la torta productiva y por ende, se deja  de influir en el rumbo y destino de la nación.  El declive de la chacra mixta y el chacarero, tiene que ver con este proceso social, con la  lucha que no dimos, con la intensidad adecuada que no fuimos capaces de tener, con la ductilidad necesaria para tan difícil contingencia, que nos venía impuesta de afuera, con la ayuda y complicidades de adentro. Tanto por el sector y las organizaciones gremiales que nos representan, como por los partidos políticas populares, que debían defender el interés nacional y dejaron todo librado al azar del mercado; la falta de un proyecto nacional, inclusivo, y progresista, que enfrente al neoliberalismo, se notó mucho, y facilitó, permitió que los sectores financieros y concentrados nacionales o extranjeros, que penetraron la agricultura fueran captando porciones de poder  cada vez mayores e influenciaran al conjunto de la sociedad con la ayuda interesada, cuantiosa y decisiva, tanto en lo monetario,  como en lo ideológico. Desde los suplementos especializados de  los  grandes medios gráficos, radiales o televisivos, hicieron un trabajo fantástico en la cabeza hueca de ideas nacionales de la dirigencia política, gremial, y empresaria del país. Militando y batallando sobre las presuntas e inverificables bondades de la agricultura de rapiña, extractivista, sin rostro, en detrimento de la chacra mixta  tradicional. La chacra mixta no fue desplazada por obsolescencia productiva, sino como fruto de una decisión política de dejar actuar a las fuerzas del mercado con absoluta libertad; así fue como, mansamente, con poca resistencia -salvo un sector, sólo un sector de la FAA  que se opuso- se fueron más de 200.000 explotaciones, todas mixtas. La agricultura le arrebató a la ganadería 11.000.000 de hectáreas, se deforestaron 2.000.000 de bosque nativo, y Argentina se sojizó, en silencio, casi en forma imperceptible. Fueron pocas y débiles, las voces que se alzaron para oponerse a este despropósito productivo, ambiental y económico; todo se hizo y hace, en nombre del progreso y la eficiencia productiva que trajo la introducción del capital financiero en la agricultura, más el desarrollo científico técnico, sin debate político, ni proyecto nacional. La sojización, la concentración de tierras y rentas, fue la consecuencia.


Ya no se necesitó un golpe de Estado o dictadura para desplazar chacareros de la ejecución  protagónica del trabajo y la producción  agrícola, como fue la Ley Raggio de la dictadura de Ongania, que desalojo a 25.000 arrendatarios,  o el desmonte jurídico de la legislación protectiva, más represión indiscriminada, que hizo el Proceso. Ahora  alcanzaba con colonizar la cabeza hueca de ideas nacionales, de una dirigencia política, que pensaba sólo en términos de volúmenes, sin ningún tipo de plan, ni concepción estratégica  y que  nunca vio, ni conoció, ni entendió a la agricultura chacarera, a la chacra mixta y sus protagonistas, en toda su real  magnitud, como una parte a proteger, que brindaba invalorables servicio, ocupando geopolíticamente el país, evitando la concentración económica, sirviendo a la soberanía y seguridad alimentaria de la nación. Es la nuestra  una sociedad que se deslumbrada por los espejitos de colores, que les vendían los mismos que la saqueaban, una sociedad cuyo sector rural diversificado y de rostro humano cumplía un rol extraordinario, no sólo produciendo, sino también conteniendo y ocupando el territorio de una manera más armónica que la agricultura buitre que la viene a sustituir. Pero nada servía, parecía que todo lo hacíamos mal, y no era así. Nosotros mismos estábamos siempre mirando para el lado equivocado, y  así fue como entregamos 100 años de colonización agraria incompleta, pero colonización al fin. Era lo que había, lo que pudimos crear con mucho esfuerzo y sacrificio, y cumplía un rol por demás de positivo, más ella de sus limitaciones o deficiencias.  El chacarero fue, y es también, muy responsable de ese proceso, no toda la culpa por poner a la chacra mixta al borde de la desaparición, es ajena. La realidad es que no pudimos  articular, ni elaborar alguna alianza exitosa, extra sector, ni incorporar la lucha gremial y política como un instrumento más de nuestra vida cotidiana. Esto era tan importante como el tractor, para no desaparecer: tener una organización gremial clara y  fuerte,  ser parte de un proyecto de país, ayudar a construirlo, poner al libre mercado y a sus apologistas lo más lejos posible del gobierno y del poder. No pudimos, no supimos, o no nos  dejaron. Hubo de todo un poco. Pero debemos seguir. Como decíamos al comienzo una nación es territorio más historia, más gente, no se la vamos a dejar al monocultivo y la concentración, no hay territorio, ni nación, sin chacra y chacarero que ocupe territorialmente nuestro país. No nos sacarán, la tierra es de todos, nuestra también y al servicio de la nación, la soberanía y seguridad  alimentaria de nuestro pueblo. No para que un puñado de concentrados multiplique sus ganancias, sin responsabilidad social, pretendiendo hacernos creer –encima-, que se hacen millonarios como un deber patriótico, y mientras nos sacan de nuestros lugares, quedándose con los campos que trabajábamos nosotros, nos hablan de conceso y unidad… ¡con nuestros verdugos! Increíble, de no creer. No seamos idiotas, ni funcionales. Hay que ser muy tonto, para comprar tamaña mentira. Pero está lleno de gringos que la han compran sin más, tal vez esa sea nuestra mayor debilidad. Como decía Jauretche, “la culpa no es del de afuera que invade, si no del de adentro que entrega”….por eso no hay peor enemigo que el traidor. Y  los chacareros y la chacra mixta, tuvieron y tienen,  muchos traidores, que le abrieron la puerta al monocultivo, a la concentración y ese proceso empezó por la cabeza de cada uno, por la exacerbación del individualismo, la falta de conciencia de los intereses propios, que nos condujo a una errónea orientación ideológica y a una mala política de alianza, que nos  llevó a dormir con el enemigo, en forma permanente. Debemos tener muy claro, por último, que: razón sin fuerza es como un tractor sin motor.


Salud y cosechas
Pedro Peretti