MARTINO. DEFORESTACIÓN E INUNDACIONES.
Cuatro millones de hectáreas ubicadas en el sudeste de Córdoba están
inundadas. Reitero: están inundadas; ¡hoy siguen bajo agua! Ya se inundaron
tres veces en lo que va de 2016. Es el triángulo que une Córdoba Capital (por
ruta 19) con Marcos Juárez y el Río San Antonio. Allí se encuentran localidades
como, Las Varillas, Las Varas, Los Zorros, Pozo del Molle, Carrilobo, etc. Las
inundaciones golpearon con fuerza este año a varias provincias: Santa Fe, Entre
Ríos, Bueno Aires, ocasionando un desastre humano irreparable, tremendo. Además de la ruina de caminos, se sufrió la destrucción de tambos, pasturas,
cultivos, etc. Se perdieron 700.000
hectáreas de soja, según la Bolsa de Comercio de Rosario. El daño económico sólo
en Santa Fe, se estima en más de 2500 millones de dólares. El presidente Mauricio
Macri, concurrió en auxilio con magros 55 millones de pesos argentinos; y con la muletilla de sentencia de que “es el cambio
climático”, como parte de su discurso político auto- exculpatorio, que ya había
ensayado en las inundaciones de Entre Ríos.
Y la verdad, es cierto. Es el cambio climático. Hace ya años que, desde
el mundo científico, y las organizaciones ambientales y gremiales de la Agricultura Familiar lo vienen
alertando. Ahora.. ¿Es una maldición bíblica? ¿Llegó de un planeta por fuera
del sistema solar? ¿O es la acción depredadora del hombre?, esencialmente del hombre de
negocios. De negocios grandes, muy grandes.
En las tierras de Urtubey, y ahora de Macedo, allí
se da una batalla ambiental de proporciones épicas para preservar los últimos bosques
naturales que quedan en nuestro territorio. Entre 1998 y 2014, se deforestaron
1.320.000 hectáreas de la friolera, según datos oficiales. Es además, la segunda
provincia en el ranking de tierras extranjerizadas. El ahora gobernador Urtubey,
Romero el ex gobernador, y Rozas el ex gobernador del Chaco, son los mayores
dilapidadores de tierra publica, después de Roca. Con vestirse de gaucho, no
alcanza. Hay que ser, no parecer. En esas tierras tan benevolentes para con los
capitalistas foráneos, es donde campean
dos de los más grandes latifundios que se formaron en la Argentina moderna: el de Jorge Brito -dueño
del Banco Macro-, con más de 50.000 hectáreas, y el de Eduardo Elztain -de IRSA-,
de alrededor de 400.000 hectáreas. Allí, en esa hermosa y devastada tierra, el
Tata Martino -ex técnico de la selección nacional-, Jorge Theiler y dos socios
más, solicitan permiso para deforestar 2500 hectáreas, de las 5.000 que
compraron; el equivalente a 2777 canchas de futbol. Pregunto ¿es necesario?,
¿tiene necesidad? La respuesta es más que evidente. Siempre me interrogo sobre
qué piensan, en qué piensan, estos nuevos millonarios, cuando van a encarar una empresa
tan contraindicada, desde lo ético, con nula licencia social e impugnada desde
cualquier vertiente ideológica. ¿Qué necesidad lo mueve a Martino a deforestar,
a desalojar a los campesinos que habitan esas tierras?, como los Re, que están
allí desde hace 120 años, y las más de 20 familias que habitan el paraje, sólo
para hacer un negocio inmobiliario, según lo manifestó él mismo. Sólo la ignorancia o la ambición, y el
individualismo desmedido pueden mover semejante grosería
humana y ambiental.
¿Pero qué
vincula a las inundaciones con las deforestaciones como las que pretende
realizar Martino y cia? Es el INTA el que lo marca con claridad. Nicolás
Bertram, el investigador que divulga el estudio, pone la marca a fuego. Y del
bueno. “ No estamos de acuerdo en que los excesos hídricos se deban a la falta
de obras, ni al exceso de lluvias, sino más bien a cuestiones asociadas al
proceso de minería que sufre la agricultura y a la agriculturización de las
últimas dos décadas principalmente”. Un monte nativo absorbe 300mm de agua, por
hora. Una pastura convencional 150mm y un campo de soja apenas 30mm. Las napas
de la región pampeana estaban a 10 metros de profundidad y hoy está a menos de
un metro, de allí viene centralmente el desastre vial que se observa en los
caminos rurales de toda la pampa húmeda. (Trabajo presentado en Conagua,
Paraná, 2015, Nicolás Bertram, Sebastián Chiscchiera). Los comentarios huelgan. Las precisiones
científicas dejan poco margen a las excusas exculpatorias de políticos
generalistas.
Argentina está
llena de depredadores ambientales en el interior profundo, que se transforman
en ambientalistas en los bares de Recoleta. La depredación se ejecuta en
lugares físicos predeterminados, por sujetos perfectamente identificables. La
hacen ellos y la padecemos todos y en todos lados, no solo allí dónde se
ejecuta. ¿Por qué decimos esto?. Porque el debate sobre el cambio climático está
dominado por la hipocresía de las generalizaciones;
parece que la deforestación la ejecutara
el espíritu santo y no personas física, de carne hueso, con DNI, verificable. Siempre -es casi una
regla-, son personajes muy, muy poderosos. En muchos casos vecinos
nuestros, parte de nuestra cotidianeidad social; que - adrede o no -nos
arruinan la vida, no sólo a nosotros, sino a varias generaciones, poniendo en peligro la sustentabilidad humana en el
planeta. El debate ambiental necesita precisiones, como le pone Greenpeace en
este caso, nombre y apellido. La cuestión ambiental es una cuestión de Estado.
Lo es también individual, del ciudadano, que tiene que ver cómo discurre su
vida cotidiana, y en ese marco no todos depredamos igual.
A modo de
postdata, soy de NOB, fanático, voy a la cancha todos los domingos, me pueden
ubicar en el palco Nº 32, que está en la
vieja visera que se llama “Tata Martino”. ¡Qué bajón! Que un prócer rojinegro
como el Tata, se involucre en tan oscura empresa. Es verdaderamente triste, deprimente.
A modo de ruego: Tata…Tata querido,
desde la santa capilla del Coloso del Parque, él más grande del interior, te lo
pedimos, levanta la deforestación, dejá tranquilo a los campesinos y protegé la naturaleza, que no mancille tu
gloria. Es la tierra en que vivimos todos. Todos necesitamos de los bosques
para respirar, y para que no nos sigamos inundándonos. Aflójale, TATA. Dejá los
bosques en paz. ¡La lepra te banca!... Y te lo va a agradecer.
Salud y Cosechas
Pedro Peretti