martes, 26 de julio de 2016

MARTINO. DEFORESTACIÓN E INUNDACIONES.

Cuatro millones de hectáreas  ubicadas en el sudeste de Córdoba están inundadas. Reitero: están inundadas; ¡hoy siguen bajo agua! Ya se inundaron tres veces en lo que va de 2016. Es el triángulo que une Córdoba Capital (por ruta 19) con Marcos Juárez y el Río San Antonio. Allí se encuentran localidades como, Las Varillas, Las Varas, Los Zorros, Pozo del Molle, Carrilobo, etc. Las inundaciones golpearon con fuerza este año a varias provincias: Santa Fe, Entre Ríos, Bueno Aires, ocasionando un desastre humano irreparable,  tremendo. Además de la ruina de caminos,  se sufrió la destrucción de tambos, pasturas, cultivos, etc.  Se perdieron 700.000 hectáreas de soja, según la Bolsa de Comercio de Rosario. El daño económico sólo en Santa Fe, se estima en más de 2500 millones de dólares. El presidente Mauricio Macri, concurrió en auxilio con magros 55 millones de pesos argentinos;  y con la  muletilla de sentencia de que “es el cambio climático”, como parte de su discurso político auto- exculpatorio, que ya había ensayado en las inundaciones de Entre Ríos.  Y la verdad, es cierto. Es el cambio climático. Hace ya años que, desde el mundo científico, y las organizaciones ambientales y  gremiales de la Agricultura Familiar lo vienen alertando. Ahora.. ¿Es una maldición bíblica? ¿Llegó de un planeta por fuera del sistema solar? ¿O es la acción depredadora  del hombre?, esencialmente del hombre de negocios. De negocios grandes, muy grandes.

En las tierras de Urtubey, y ahora de Macedo, allí se da una batalla ambiental de proporciones épicas para preservar los últimos bosques naturales que quedan en nuestro territorio. Entre 1998 y 2014, se deforestaron 1.320.000 hectáreas de la friolera,  según datos oficiales. Es además, la segunda provincia en el ranking de tierras extranjerizadas. El ahora gobernador Urtubey, Romero el ex gobernador, y Rozas el ex gobernador del Chaco, son los mayores dilapidadores de tierra publica, después de Roca. Con vestirse de gaucho, no alcanza. Hay que ser, no parecer. En esas tierras tan benevolentes para con los capitalistas  foráneos, es donde campean dos de los más grandes latifundios que se formaron  en la Argentina moderna: el de Jorge Brito -dueño del Banco Macro-, con más de 50.000 hectáreas, y el de Eduardo Elztain -de IRSA-, de alrededor de 400.000 hectáreas. Allí, en esa hermosa y devastada tierra, el Tata Martino -ex técnico de la selección nacional-, Jorge Theiler y dos socios más, solicitan permiso para deforestar 2500 hectáreas, de las 5.000 que compraron; el equivalente a 2777 canchas de futbol. Pregunto ¿es necesario?, ¿tiene necesidad? La respuesta es más que evidente. Siempre me interrogo sobre qué piensan, en qué piensan, estos nuevos  millonarios, cuando van a encarar una empresa tan contraindicada, desde lo ético, con nula licencia social e impugnada desde cualquier vertiente ideológica. ¿Qué necesidad lo mueve a Martino a deforestar, a desalojar a los campesinos que habitan esas tierras?, como los Re, que están allí desde hace 120 años, y las más de 20 familias que habitan el paraje, sólo para hacer un negocio inmobiliario, según lo manifestó él mismo. Sólo  la ignorancia o la ambición, y el individualismo desmedido pueden mover semejante grosería humana y ambiental.
 ¿Pero qué vincula a las inundaciones con las deforestaciones como las que pretende realizar Martino y cia? Es el INTA el que lo marca con claridad. Nicolás Bertram, el investigador que divulga el estudio, pone la marca a fuego. Y del bueno. “ No estamos de acuerdo en que los excesos hídricos se deban a la falta de obras, ni al exceso de lluvias, sino más bien a cuestiones asociadas al proceso de minería que sufre la agricultura y a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”. Un monte nativo absorbe 300mm de agua, por hora. Una pastura convencional 150mm y un campo de soja apenas 30mm. Las napas de la región pampeana estaban a 10 metros de profundidad y hoy está a menos de un metro, de allí viene centralmente el desastre vial que se observa en los caminos rurales de toda la pampa húmeda. (Trabajo presentado en Conagua, Paraná, 2015, Nicolás Bertram, Sebastián Chiscchiera).  Los comentarios huelgan. Las precisiones científicas dejan poco margen a las excusas exculpatorias de políticos generalistas.

 Argentina está llena de depredadores ambientales en el interior profundo, que se transforman en ambientalistas en los bares de Recoleta. La depredación se ejecuta en lugares físicos predeterminados, por sujetos perfectamente identificables. La hacen ellos y la padecemos todos y en todos lados, no solo allí dónde se ejecuta. ¿Por qué decimos esto?. Porque el debate sobre el cambio climático está dominado por la hipocresía de las generalizaciones;  parece que la deforestación la ejecutara el espíritu santo y no personas física, de carne hueso,  con DNI, verificable. Siempre -es casi una regla-, son personajes muy, muy poderosos.  En muchos casos   vecinos nuestros, parte de nuestra cotidianeidad social; que - adrede o no -nos arruinan la vida, no sólo a nosotros, sino a varias generaciones, poniendo  en peligro la sustentabilidad humana en el planeta. El debate ambiental necesita precisiones, como le pone Greenpeace en este caso, nombre y apellido. La cuestión ambiental es una cuestión de Estado. Lo es también individual, del ciudadano, que tiene que ver cómo discurre su vida cotidiana, y en ese marco no todos depredamos  igual.
 A modo de postdata, soy de NOB, fanático, voy a la cancha todos los domingos, me pueden ubicar  en el palco Nº 32, que está en la vieja visera que se llama “Tata Martino”. ¡Qué bajón! Que un prócer rojinegro como el Tata, se involucre en tan oscura empresa. Es verdaderamente triste, deprimente.  A modo de ruego: Tata…Tata querido, desde la santa capilla del Coloso del Parque, él más grande del interior, te lo pedimos, levanta la deforestación, dejá tranquilo a los campesinos  y protegé la naturaleza, que no mancille tu gloria. Es la tierra en que vivimos todos. Todos necesitamos de los bosques para respirar, y para que no nos sigamos inundándonos. Aflójale, TATA. Dejá los bosques en paz. ¡La lepra te banca!... Y te lo va a agradecer.

Salud y Cosechas
Pedro Peretti