miércoles, 15 de octubre de 2014

Aranguren

El falso guapo de la derecha argentina.
Un argentino al servicio de los intereses ingleses
que lo quieren transformar en ícono de la virtud empresarial





  Cuando leo el excelente e imperdible reportaje,  que el periodista Diego Sehinkman le realiza a Juan J. Aranguren, en La Nación del 11 de octubre de 2014; titulado: “El empresariado argentino tiene un miedo exagerado”; no salgo de mi asombro. De tanto desparpajo destituyente, hace que se me junten y entremezclen como borbotones,  sensaciones, interrogantes, indignación y refuerza, por si hiciera falta, la  certidumbre de que existe una verdadera conspiración en marcha; para poner al ministro Kicillof y al gobierno fuera del manejo de las riendas del Estado. Aranguren es el mismo personaje, que el viernes 4 de julio fue denunciado por la Fiscalía General y la Procelac, junto a seis Bancos y a la petrolera Shell -de la cual es  CEO-, por “colusión” de intereses y maniobras desestabilizadoras. El dólar estaba a $7,20 y la Shell emitió  una orden de compra a $8,70 a través del banco HSBC (“otro amigo”), pero… fue de  puro descuido- generoso, nomas, sin mala intención… ¡anda! Es una de las operaciones desestabilizadoras  y golpistas más explícitas, de que al menos yo, tenga memoria. Cuando el periodista le pregunta si no se daba cuenta que podía ser acusado de una corrida, dice muy suelto de cuerpo, que eran “sólo” tres o cuatro millones de dólares, lo suficiente para que las pantallas de los banco lo reprodujeran y se asumiera inmediatamente como nuevo piso de valor, y agrega, sin sonrojarse, que el propio Juan C Fábrega dijo que el 21, 22 y 23 de Enero, no fue una corrida, sino una decisión de política monetaria. De ser cierto que Fábrega dijo lo que dice Aranguren que dijo, allí mismo debería haber sido eyectado de la presidencia BCRA, y ahora uno entiende por qué el ministro Kicillof lo quería sacar. No era  una interna cualquiera, por simple disputas de espacios de poder, sino tenía que ver y mucho con el futuro del gobierno y de la estabilidad democrática, sin tutelaje corporativo,  en  Argentina.
  El reportaje sigue con precisión de relojero. Pregunta el periodista: ¿No estamos en democracia plena?; responde Aranguren: NO. Pregunta este modesto escriba, ¿será por eso que quiere desestabilizar al gobierno?... Sigue el periodista y repregunta, bueno… entonces “está llamando a la rebelión en la granja”… ¡Más que obvio!, piensa este escriba. Aranguren no lo niega terminantemente, ni se siente agraviado como demócrata, por la pregunta que lo vincula elegante y explícitamente, con el golpismo de mercado… Para nada. Ni se inmuta. Se hace el “vivo” y responde con evasivas literarias. El periodista sigue y le dice: “qué vivo, Aranguren se planta porque tiene detrás a las dos coronas, la holandesa y la británica, y porque no arriesga capital propio”, responde: “está bien, cada cual puede pensar lo que le parezca...”. El reportaje no tiene desperdicios, ni cuando habla de la ley de Hidrocarburos, ni de la presidenta, ni de cómo debería ser -a su entender-, el debate, ni de “su” misión en la política, un discurso peligroso, antinacional, sin desperdicio. Entiendo que este reportaje debería ser sumado a la causa ya abierta de la Procelac, porque es una prueba explicita de su desapego a la institucionalidad democrática o algún fiscal, dada la representación que ejerce Aranguren de una empresa extranjera en el país, debería citarlo,… pedirle explicaciones al respecto. Porque es francamente, desestabilizante y golpista.
  No menos interesantes es el pasaje de la entrevista en que se refiere a su futuro político, donde está “educándose”, según sus propias palabras, para ejercer la función pública y colaborar -si sirve su punto de vista-, con un futuro plan energético. ¡Dios nos libre y nos guarde! De mi parte, que no se tome el trabajo, que estoy recontra seguro, que sin sus consejos nos va a ir mejor. Que aproveche su tiempo en otra cosa, por el bien de todos y del país. Pero abre un debate por demás de interesante, sobre el rol de estos personeros de intereses extranjeros, en la política doméstica. Pone sobre el tapete, la necesidad de  reformar de la ley 25.188 llamada de Ética Pública, sancionada en 1999, durante el neoliberalismo menemista, para que prohíba, por un lapso de tiempo, en forma taxativa, que los funcionarios ejecutivos de empresas transnacionales ocupen cargos públicos; por un plazo no menor a los 48 meses, es el mínimo e indispensable requisito para preservar a las democracias de estos lobos depredadores del patrimonio público, verdaderos vendedores de humo, que actúan  en beneficio del interés extranjero.

Empresa anglo-holandesa, una de las principales
petroleras del mundo, protagonista de maniobras
desestabilizadoras en contra del gobierno argentino


¿Corajudo?
  Otro periodista, en otro medio, en una nota de opinión,  lo califico de “corajudo”, como si se hubiera batido con una patrulla enemiga, en desventaja numérica, o fuera un romántico malevo borgiano y no lo que hizo, que de coraje y romanticismo no tiene nada, más bien es todo lo contrario. Debería darle vergüenza conspirar contra el país; juntarse con toda la poderosísima crema financiera, más la petrolera, para desestabilizar un gobierno democrático. ¿Dónde está el coraje? ¿Qué tipo de coraje es ese? A no ser que Alfredo Leuco considere que Shell, la multinacional anglo-holandesa, por cuenta y orden de la cual actúa Juan J Aranguren, en el mercado -una de las petroleras más grande del mundo-, es la parte débil y progresista del conflicto económico-político argentino. Una adjetivación ampulosa, digna de otra causa más noble y otro protagonista que merezca ese calificativo, porque “este fulano” tiene mucha banca monárquica- imperial. De coraje, nada y de cipayo golpista, mucho. Esto de calificar de corajudo a los poderosos, me cae francamente mal.

Preguntas del escriba:
 ¿Puede el CEO de una multinacional petrolera de origen anglo-holandesa, ser o erigirse en el referente del empresariado nacional?
  ¿El CEO de una multinacional extranjera es empresario? El administrador de una empresa inglesa y holandesa, por más que detente la ciudadana argentina, ¿puede ser calificado de  “empresario y... nacional”?
 Quien representa formalmente los intereses de una transnacional inglesa-holandesa en el país ¿puede opinar e intervenir sin límites, en la política interna donde opera comercialmente?
  ¿Puede ser el CEO de una petrolera como la Shell, envuelta en resonantes escándalos nacionales e internacionales, ser la vara de medida de la moral del empresariado argentino?
   ¿Es admisible que un agente económico extranjero, como es Aranguren, aunque tenga ciudadanía argentina, opere para desestabilizar el gobierno? ¿Se le podría aplicar la ley de defensa de la democracia?
  Poner a un golpista de mercado como ejemplo, no marcarle la cancha, dice mucho de nosotros como sociedad y de las carencias democráticas que aún  adolecemos. Especialmente para la derecha política argentina, parece que los tiempos nunca cambian del todo, siempre terminan conspirando contra los gobiernos populares, para defender sus intereses de minoría. Antes con los militares, ahora con los financistas y los mercados, siempre contra el pueblo. Eso sí, el olor a petróleo en los golpes, nunca desaparece, es una constante histórica, cambian las épocas, los protagonistas, pero ellos siempre están, en eso sí son consecuentes…. Y persistentes.

Salud y cosechas
Pedro Peretti