jueves, 8 de enero de 2015

En la Republica de Huergo… hay Hormigas y…


  Enero en Máximo Paz, la monotonía es la  REINA absoluta y soberana, en este pequeño villorrio que
Sojización, migraciones, deforestación,
concentración de tierras y rentas.
La reconversión sojera
de la oligarquía paraguaya,
la termina pagando Argentina
habito desde que nací. Nuestro tiempo discurre entre lluvias benditas, proyecciones de una gran campaña de soja para este 2015 -se habla de 55.000.000 toneladas-,  y  la modorra veraniega de la post siesta.  Matizamos la calma con la espera del sábado, en que nos llega Clarín Rural. Y allí descolla la versátil pluma de nuestro hidalgo amigo: Ingeniero Don Héctor Huergo, defensor a ultranza, sincero y completo, de ese clúster de malas causas, denominado monocultivo de soja inducido, más concentración de tierras y rentas, y con  sus articulaciones conexas; y demás hierbas malas resistentes al glifosato del sentido común,  que anden por allí…  Nos divierte, por  lo desopilante e irracional, nos sacude de la monotonía su monomanía sojera. Portador  de propuestas e ideas hilarantes, que lo hacen más parecido a un Bepo Grillo doméstico de la economía agraria, que a un analista serio. Lo de la republica de la soja puede ser una algazara, para los defensores del modelo, pero suena a una provocación innecesaria en el debate agrario actual.


 Para nada nos sorprende, su artículo sabatino, con las vivas a la Republica de la Soja. Lo que sorprende es la desmesura, el disparate. Eso sorprende. Un elogio -sin debe, ni dudas, ni peros-, a favor del monocultivo depredador en la región. Propaganda pura. Objetividad cero. A partir de una carta del lector Carlos Chiavarini, (rosarino y leproso, por NOB) no confundir con Alberto Chiavarino (paceño, asesor de Emilio Pérsico, Ingeniero agrónomo y canayón, por RC) de lo que le sucedió en nochebuena en Katueté (Paraguay), con desafío incluido por lo recóndito del lugar, a que adivine donde queda. Allí se encuentra con dos rosarinos más (canallas), que estaban también asesorando y dando servicios a los sojeros depredadores paraguayos. Chiavarini, tal vez  motivado, por los efluvios del champagne (perdón si estaba sobrio, eso sería más grave) levanta la copa orgulloso y decide escribirle una carta a Huergo “por la república de la soja”. Huergo ya en el éxtasis por semejante correspondencia y compromiso sojero-republicano, dice como si estaría leyendo Las Bases de Alberdi de la nueva república….”queda poco por agregar a los conceptos de Chiavarini”…. Sólo que dios nos libre y nos guarde, esto lo digo yo. (Clarín Rural sábado 3 de enero 2015, temas de la semana,  por Héctor Huergo, La república de la soja).
  Ahora lo que estos republicanos sojeros nunca dicen, ni mencionan, son los tremendos y apabullantes costos ocultos; que debe soportar toda la sociedad argentina para que una ultra-minoría codiciosa, autoreferencial y con aires de que se los considere próceres, la embolsen con la pala. Costos, que no son tan difíciles de detectar, ni de analizar, y  que debe pagar el conjunto de la sociedad: costos ambientales, económicos, sociales, humanos, etc. Sería larguísimo el etc. Pero el tema paraguayo es particularmente sensible y poco analizado en Argentina, en particular, cómo el conjunto de nuestro país se está haciendo cargo de la fiesta deforestadora del vecino país, y de la consiguiente reconversión sojera de la oligarquía paraguaya y su creciente transnacionalización. Impuesta a sangre y fuego, con golpe de estado  incluido a Fernando Lugo. Nos toca absorber acá, vía migraciones, el desastre que produce allá el monocultivo. Nos estamos haciendo cargo de los costos ambientales, médicos, de viviendas, sociales, laborales, etc., de la depredación de la oligárquica paraguaya, y eso no es solidaridad latinoamericana entre los pueblos, eso es una gilada mayúscula. Esa es la base constitutiva de la republiqueta sojera paraguaya, y del crecimiento sin distribución de los Horacio Cartes y Cía., que los Huergo y asociados nunca dicen, ni ven, ni computan. Las huellas agraria de las villa miseria argentinas son por demás de elocuentes y visibles. Escenarios trágicos de la vida cotidiana que azota ciudades como Rosario o el conurbano bonaerense. Desigualdad, violencia urbana, inseguridad, narcotráfico, la concentración de tierras y rentas por el modelo sojero es la base fundacional del drama social rosarino… hay que ser muy ciego, o tremendamente avaro y codicioso, para no ver esto. Primero los echan de sus tierras, montes o chacras, después los hacen migrar a Argentina y los hacinan en las periferias, luego algunos, los más caritativos les tiran un mendrugo, para lavar culpas o dejarlos en el nuevo guetto urbano-marginal tranquilos, y cuando sufren algún episodio de inseguridad  aparece el “negros de mierda hay que matarlos a todos”. La verdad, es de un cinismo difícil digerir. Un drama socio-cultural del que nos va llevar décadas salir. Y estos “genios” de la agricultura buitre, nunca computan, ni ven,  ni analizan, sólo gritan como marranos cuando tienen que pagar impuestos.  Ni hablar si a esta hecatombe social, le sumamos el cambio climático, las inundaciones, producto de las deforestaciones masivas o la devastación de la flora y fauna local, las fumigaciones indiscriminadas, y/o la consiguiente y nunca bien ponderada, amenaza a la soberanía y seguridad alimentaria de la Nación… Y Huergo dice que: “HAY POCO QUE AGREGAR”, a la propuesta de la  republiqueta sojera. Miren si hay para agregar… cuanta tragedia humana hay que computar y poner en las costas de este modelo de desarrollo agrario como para  pretender no agregar nada más, y que la sociedad argentina lo compre a libro cerrado ¡Hay! ¡Hay, Huergo! Cuonta responsabilidad tienen este tipo de ideas que ustedes predican, en la desdicha argentina… un poco de silencio no vendría mal, sería muy recomendable. Quizás eso facilite, el comenzar a discutir otro modelo de desarrollo agrario. Yo brindo por eso, por ese viejo y eficiente campo argentino, que necesitaba reformas y modernización -pero no éstas-, por la chacra mixta, por la soja como cultivo, no como monocultivo, por la distribución de rentas y tierras, por la desconcentración y desmonopolización, que generara trabajo y ocupación a millones de argentinos, y no felicidad y prosperidad sólo a algún puñado de  miles, como el monocultivo de soja.  
  Chiavarini, al final, con aire doctoral y de prócer se pregunta “¿le interesará esto a nuestros grandes dirigentes? Espero que no, pienso yo. El Ingeniero Huergo se rinde a sus pies y agrega: “queda poco por decir” y remata con un final de antología textual ¡SÍ, viva la república de la soja!”.  Huergo presidente, Chiavarini vice… Esto lo digo yo, por cómo viene la cosa, ¿vio?… El CEO de Monsanto, ministro de Salud; el de Cargill, de Bienestar Social; el Juez Griessa, Presidente de la Corte Suprema de Justicia sojera… Pero ante tanto desborde de republicanismo sojero expreso, (hay otros menos explícitos y más hipócritas), voy cerrar este modesto opúsculo con una reflexión de otro rosarino, que parece hecha “pa” la ocasión, talentoso, de buen gusto musical y futbolero, canayón, aunque debuto como técnico en el glorioso NOB, me refiero al flaco Cesar Luis Menotti,  que dice: “Los boludos son como las hormigas, están en todos los lugares del mundo”… En la republica de la soja sólo resta saber , ¿ hay hormigas? En Kateuté… seguro hay de todo.

Salud y Cosechas
Pedro Peretti