viernes, 19 de febrero de 2016

  Vacas, carne, suelo, precio.

  Alfredo Coto, que es parte del problema y no de la solución, dijo hace un par de semanas -con el
Alfredo Coto, parte del problema, no dela solución
presidente Mauricio Macri al lado-, “a mí me gustaría que hubiera 150 millones de cabeza en vez de 50 millones”. Lo que no dijo Coto -ni ninguno de los “maestros ciruelas”que recorrieron estos días los medios, para explicar el aumento del precio del asado, a partir del stock ganadero-, es por qué  si la demanda estaba suficientemente abastecida- nunca faltó carne, al contrario, tenemos el consumo per cápita más alto del mundo-; si todos los insumos ganaderos son en pesos; aumenta la carne  con la devaluación del dólar. Las vaca son “argentinas”, los postes, los alambrados y varillas, el salario de los peones, el pasto, las vacunas, todo producción nacional, no hacen falta verdes.  Hay novillos suficiente, todo es nacional, sin necesidad de gastar en  divisas; claramente el problema no está en el stock,  está en otro lado. Si hubiera 150 millones de cabezas y estuviesen concentrados e integrados verticalmente  la faena y el comercio, como está hoy, sucedería lo mismo. El problema no está en el stock, ni en los productores, está en los frigoríficos y los supermercados,  ya que la mayoría de éstos están integrados verticalmente, lo que les genera una posición dominante en el mercado.  Esto les permite traccionar, hacia arriba el precio de la carne, aún cuando baje en Liniers, del cual pueden prescindir.  El límite lo fija el mostrador, si la gente compra siguen aumentando. Coto es parte del problema. El stock ganadero es una excusa para disimular la  responsabilidad del supermercadismo y los frigoríficos, que son monopólicos y allí está la madre del problema.

 Pero además, lo que no dice Coto, ni ningunos de los cultores “del volumen lo resuelve todo”, es ¿dónde ponemos las vacas que dicen que faltan? ¡Sí!... las madre, las que paren los terneros, de a uno por año… ¿dónde las ponemos?, ¿hacemos un sobre techo y las ubicamos en los altillos del suelo? Porque las vacas aparte de comer, van en la tierra, sobre el  suelo, no son un clavel del aire, y no es un debate menor, ni para reírse… más bien es para llorar. ¿Dónde  ponemos las vacas? Si sembramos soja hasta en las macetas.  ¡Las vacas madre, ¿se entiende?! ¿Dónde las ponemos?, no es un detalle menor. ¿Y qué les damos de comer? Menos menor aún… ¡¿se entiende?! Pasto y granos, granos solos o pasto solo, ¿las ponemos en el campo o las encerramos estabuladas? Ya en el año 2006 polemizábamos por el asunto con Víctor Trucco, tal vez el más talentoso publicista de este tipo de agricultura de volumen, concentración, empresa… y sin productores, que con Mauricio Macri , se viene como por un tubo. Trucco  sostenía que la ganadería “ya no necesita superficie, necesita comida y lo produce la agricultura”. Hoy en medio del debate por el cambio climático, las campañas por el bienestar animal, después de sufrir las inundaciones y sabiendo que la ganadería es dentro de la actividad agropecuaria -la principal generadora de los gases efectos invernaderos-, esta solución quedó un tanto desacreditada;  mas logró imponer  en parte, el feet loot para el engorde de terneros. Todos los años 6 millones de terneros son movidos por miles y miles de viajes de camiones de la zona extra-pampeana a la pampeana,  para consumir el maíz que produce la rotación sojera, a cargo de mega-productores sojeros. Ganadería sin superficie y monocultivo de soja son hermanos siameses, partes de un mismo “ser”… del modelo de monocultivo de soja inducido, con concentración de tierras y rentas.
  ¿Dónde ponemos las vacas?  ¿Y cuántas caben? Según nuestro criterio- relativo por supuesto- se podría  poner más vacas madres de tres maneras, si rechazamos la solución de la estabulación…por disparatada.  A) Avanzando sobre los montes y bosques  naturales, como sucede en nuestro nordeste con conocidos empresarios “filántropos” y ambientalistas en capital federal y depredadores en el interior profundo; B) si recuperamos parte de los 11 millones de hectáreas que le arrebato la sojización a la ganadería; C) si mejoramos  la performance productiva de madres/hectáreas y de paso, la extracción de destete/año, de lo que hay en ganadería hoy. Claramente para “recuperar piso” para la ganadería, es decir poner más vacas madres “nuevas”,  en la región pampeana, la opción “más saludable”, es volver a la mixtura productiva.  Organizar  una vuelta a la chacra mixta, recuperando la parte que le arrebató la soja. Proceso claramente virtuoso, pero que necesita de una política pública, que tenga dos requisitos insoslayables. A) plata y B) paciencia. El problema de la ganadería, además,  es biológico no ideológico, no hay una vaca macrista, que por que ganó Mauricio Macri y por la confianza que le genera va a parir dos terneros, ¡no,  todas paren uno!  Mientras discutimos esto, de hacia dónde va la ganadería, debemos ir  mejorando lo que quedó de ella, de acuerdo a cada zona específica. Ninguna de las dos opciones parece ser la elegida por el actual gobierno para poner más carne en la mesa de los argentinos. Todo indica que si hay expansión ganadera de cría,  será expensas de bosque y en la zona extra-pampeana. La rebaja indiscriminada de retenciones parece apuntar a consolidar este modelo.

   Pero volvamos a la idea de Coto y de los ex funcionarios radicales de la vieja Alianza, ahora en la nueva Alianza, que se olvidan de que el stock más bajo fue radical, cuando era presidente un tal Fernando de la Rúa. De  las 150 millones de cabezas vacas,  “el 95% de los alimentos que consumimos se producen directa o indirectamente en los suelos”. La Asamblea General de las naciones Unidas declaró el año 2015 como el Año Internacional de los Suelos, con el “objetivo principal de aumentar su concientización y la comprensión de su importancia para la seguridad alimentaria y las funciones ecosistémicas esenciales”. En Marzo de este año se creó la Alianza Sudamericana por el Suelo,  la cual trabaja activamente en medidas nacionales y regionales para cuidar este limitado recurso”. Tierra hay la que hay, es un recurso finito, no se puede “fabricar más”, suelo hay…lo que queda o deja la depredación agrícola, que hay que cuidar porque de allí provienen nuestros alimentos y en el caso argentino-además- es fuentes de divisas por las exportaciones. Ahora bien, ¿dónde ponemos las 150 millones de cabeza de Coto, o las que reclaman los adoradores el volumen como única medida para la actividad pecuaria o agraria? Si sembramos 21 millones de hectáreas de soja, de las 30 millones que implantamos con cereales y oleaginosas, ¿dónde ponemos las vacas? ¿Alguien lo puede explicar seriamente?. Mejorando lo que hacemos, sólo podremos aumentar relativamente el stock de madres. No cambia la ecuación, ni el modelo, lo complementa. Para tener más madres y cambiar la tendencia hay dos caminos, mientras no se invente un segundo piso para poner en los campos: ampliamos la frontera agropecuaria, un eufemismo que evita nombrar,  la palabra deforestación  o volvemos a la chacra mixta. La política decide.


Salud y Cosechas
Pedro Peretti